Donde se sugiere una explicación a la proliferación de rotondas por doquier

¡Ay las rotondas! esos maravilloso obstáculos que nos encontramos en las carreteras que tanto nos hacen acordarnos de los familiares de los ingenieros de caminos que las diseñaron…

Dicen que es un invento francés (de ahí que hay quien se empeña en que las llamemos glorietas porque rotonda es un galicismo), pero si nació en Francia podemos decir que aquí en España se ha criado y se ha venido a vivir. Aún recuerdo cuando se construyó la autopista de la costa del sol, las protestas que había por la cantidad de rotondas que construyeron en la autovía que se trazó paralelamente, incluso los más conspiranoicos decíamos que lo habían hecho para hacer insoportable el viaje por la autovía y todos usáramos la autopista.

Y ¿qué había antes de las rotondas? pues cruces, cruces de varios tipos:

—Cruces con semáforos: caros claro, y a veces insufribles porque su regulación es demasiado fija, haciendo que según el tráfico vaya variando en algunas de las vías que desembocan en el cruce las colas se agranden haciendo precisa la intervención de los agentes del orden para intentar reconducirlo. En algunas ciudades grandes y en vías importantes hay instalados sensores que regulan los semáforos en función el tráfico, pero son los menos, por supuesto, por su costo.

—Cruces sin semáforo, la combinación de «Ceda el paso» y «Stop» en las distintas confluencias hacia una aventura o una desesperación atravesarlos. Aún recuerdo cuando de niño salir con el coche desde La Línea, tomar dirección Algeciras a la altura de San Roque era un deporte de riesgo, con el escaso «sprint» de los coches de esa época pasar por el llamado «Toril» era toda una sinfonía de pitidos de coche e insultos dentro y fuera del vehículo en el que viajabas.

Y ante tamaña disyuntiva entre arriesgar la vida (o al menos el gasto en reparaciones de chapa y pintura) y gastarse el dinero en semáforos nuestros gobernantes se decidieron por las glorietas. E hicieron bien.

Si, creo que sí, sinceramente. Más allá de la ironía del principio de esta entrada, creo que las rotondas son la mejor solución, no la ideal, pero sí la menos mala. Desconozco si hay estadísticas que respalden o refuten esta opinión, pero creo que sí, que hay menos accidentes. Los accidentes que sí suelen ocurrir en glorietas mal señalizadas es que los conductores lleguen demasiado rápido a ellas y “se las comen“, pero creo que en cuanto a choques entre vehículos han mejorado la circulación.

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Y todo gracias al caos, al ser tan caótica la llegada y/o salida puntual de vehículos en las rotondas, todos (o casi todos) los conductores llegamos con mucha precaución a las glorietas, miramos y remiramos antes de meternos, respetamos a los demás mas que en los cruces porque no hay señales que respetar (lo que generaba discusiones del tipo: «si yo tengo un «ceda», el otro tendrá un «Stop», yo paso antes», «yo paso primero porque tengo mi derecha libre», etc). Es cierto que hay conductores más prudentes y conductores mas «lanzados”, pero gracias al caos esto se autorregula solo, porque la variabilidad caótica de la circulación desde y hacia uno u otro carril hace que siempre haya huecos en los que todo el mundo pueda pasar mas o menos pronto. También es cierto que hay algunas rotondas que a determinadas horas se hacen más difíciles de cruzar en determinada ruta por el predominio de otras, pero eso también se soluciona por el caos, la gente buscará alternativas aunque nos obligue a dar un rodeo para no pasar por la glorieta en cuestión. Por eso me atrevo a decir hoy aquí:

¡¡¡¡¡¡Viva el Caos!!!!!!

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