Donde se hace una crónica de dos conciertos de la maniobra de resurrección de los granadinos 091


¿Que vuelven los Cero? ¿Que dices? ¿Ahora? ¿Después de 20 años? Sí, por eso, para celebrar los 20 años de aquel último concierto en Maracena.

Mi incredulidad se transformó en búsqueda de confirmación en las redes sociales, y días después en búsqueda de la lista de ciudades para elegir día y lugar del evento. Hay que ir a Granada, tío, a Granada. Verdad, digo. Sábado 14 de Mayo, cuando concretamos los que íbamos a ir, ya se habían agotado. Joder. Han puesto otro bolo el día antes, el viernes 13. Cómpralas ya, del tirón. Voy a decir en mi trabajo que me pido el día, así voy más tranquilo. Vale, tío, ya concretamos el viaje.

El 13 de Mayo, no me creía que ese día volvería a ver a los Cero en directo, 21 años después de mi único concierto en vivo. Una mezcla de nerviosismo y alegría acompañó mi paseo por Graná aquella grisácea tarde. Tras un descanso en el hotel, rumbo a la plaza de toros para sondear el ambiente, visual al «merchandising» y a tomar unas birras y unas tapas antes de la resurrección granadina. En todos los bares de la zona, llenos de fans, sonaban canciones y vídeos de 091.

Y entonces, a las 8 de la tarde, el diluvio. Las caras de alegría y expectación se tornaron en preocupación, nos temíamos lo peor… la suspensión… Juan dice, me voy padentro, espera te vas a poner chorreando, 15 minutos después todos dentro, en primera fila a la derecha del escenario. Ya llovía menos, chubasqueros, capuchas, paraguas y barro en el albero. Cuando empezó Víctor Sánchez sólo chispeaba, pero él y su banda sí que aguantaron el chaparrón.

Y así hasta que llegó su hora, y al son de la armónica de Ennio Morricone se abrió el cielo y no volvió a llover más, permitiendo que la luna saliera, aunque tarde. Sí, aunque parezca mentira, sigue estando Dios de nuestro lado. ¡Camarero! un Palo Cortao para entrar en calor, que han resucitado los All Black del rock español.

Y la locura. Trallazo tras trallazo, sin tiempo para el resuello salvo para afinar y comunicar lo mínimo por parte del Pitos. Siempre fue así, su lenguaje es su música, no necesitan más. Sobriedad, contundencia y actitud, o sea, los Cero. Por supuesto, tampoco faltaron los temas más lentos, en que se escuchaba más a la gente que al propio José Antonio. Algunos de los que me acompañaban eran como yo, acólitos de la ceronoventayunomanía; otros menos creyentes cayeron rendidos, y a partir de ahora dirán adiós al mal fario, besándole los pies al santo número de la policía.

Tras más de dos horas de liturgia, mi sensación era como de incredulidad,  si fue un sueño que no puedes recordar como acaba, como si nada fuese real. ¿Cómo mantener un equilibrio tan difícil de guardar?

Mientras abandonábamos la plaza de toros al son de Hurricane del reciente Nobel de literatura (por cierto ¿darán alguna vez un premio literario a las letras de Lapido?), ajenos a la capa de barro sobre la que flotábamos, otros como yo salíamos del recinto con una leve sonrisa en la cara, y la retina y los tímpanos procesando en el disco duro lo vivido, sentido, o quien sabe si soñado y revivido.

¿Y ahora qué?

Una vez que el cerebro ha verificado que la maniobra de resurrección se realizó con éxito, sólo nos quedaba volver otro día a celebrar la liturgia, Cazorla Blues, Territorios Sevilla, Weekend Festival… No. En los festivales es todo más light… Quizás más cerca: Málaga. ¿Y la maniobra final en Granada? Nop. Demasiado triste quizás. Mejor Málaga.

Primera fila otra vez, en esta ocasión delante del maestro Lapido. De nuevo, Ennio Morricone. ¡Camarero! otro Palo Cortao. Esta segunda vez no se trataba tanto de alucinar como en la primera, sino de disfrutar, de abrir los poros para que fueran fluyendo las obras maestras de la mejor banda de rock nacional de todos los tiempos (sic). Los disfruté mucho más que la primera, ahora mi mente podía ser más analítica, me sonaron más contundentes, más compactos; y cada canción una inyección de energía directa a lo más profundo de uno mismo. Indudablemente nada podía ya robarnos, este que es nuestro tiempo.

Momentos memorables: Para impresionarte, “he pasado media vida aprendiendo historias que contarte”, Pitos dixit. El espantapájaros en acústico, coreado de principio a fin. Siglo XX. Zapatos de piel de caimán. La vida. La Calle del viento… mejor me callo, que las pondría todas…

Sí, sonaron mejor que nunca.

Y mejor que siempre.

La vida, que es mú mala,tio

Fuego en mi oficina… se cierra el círculo. Mientras sonaba el Hurricane en el desfile de reflexión de final de concierto, mi sensación era agridulce. Éxtasis sí, pero que no se repetirá. Un adiós disfrutado. Momentos agridulces, sí. Palabra, por cierto, muy ceronoventayuniana.
Quedarán para siempre en las retinas y en los tímpanos (como decía más arriba) estos dos conciertos. Y en mi estantería el DVD y los discos de esta maniobra, con los autógrafos de los All Black, eso sí.

¿Que ya no tocan más los Cero? ¿Que dices? ¿Ahora?

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4 comentarios en “Ceronoventayuneando

  1. No conocía yo esta faceta tuya, Pedro. Y, ahora asómbrate, ni siquiera conocía yo la existencia de un grupo de rock que se llamara 091 -conocido como los Cero-
    No dejas de sorprender, colega. Voy a tener que oír algunas canciones de estos Ceros, palabra.
    Lo que queda claro es que la juventud persiste.

    1. Jajaja. Bueno Luis, verás, nunca fue un grupo mayoritario desgraciadamente. Aunque los que somos seguidores lo somos muy pasionalmente, como ves. Pero si como dices haces el esfuerzo de escucharlos, es posible que al menos las letras te gusten, son bastante poéticas y literarias. Al compositor del grupo (Lapido) los fanáticos le denominamos «El poeta eléctrico», no te digo más.

  2. Es tarde, la 1:45.
    He empezado a echar un vistazo y no he parado hasta llegar al final de tu relato musical.
    Me ha encantado. Me ha traído muy buenas vivencias y recuerdos de momentos felices. Han sido muchas horas de buenas vibraciones las que me ha dado este grupo, seguramente, como Tú dices el mejor grupo de rock español. Muchas horas en el coche; me viene a la cabeza la carretera de Jimena a Alcalá y viceversa con 091 de banda sonora, y por supuesto, a tope. Con lo estrecha que es esa carretera y en el recuerdo es como si fuese conduciendo, más bien «flotando», por el campo.
    También me veo en la lejanía enganchado a los auriculares como una forma de concentrarme en exclusiva para exprimir y absorber todas las sensaciones líricas y musicales que son capaces de trasmitir Lapido y su grupo.
    El concierto que describes en Granada lo viví con mucha expectación a través de Radio 3. Ese día estaba todo preparado para que los niños no me necesitaran y Pepa se hiciese cargo de ellos. No quería interrupciones: cenas preparadas, juegos organizados, radio y auriculares a punto, aislamiento en el dormitorio y a disfrutar la trasmisión. El nivel musical me pareció magnífico como siempre, sin embargo, la voz del cantante me pareció como envejecida, tal vez rota. Ahora viendo los videos que has colgado creo que lo que ocurrió es que escuchaba con añoranza y desesperación por no estar en el concierto.
    Con la edad y las canas se van dejando cosas atrás de las que te arrepientes de no haber hecho lo suficiente como para haberlas alcanzado: una de ellas ha sido un directo de 091.
    Me alegro por Tí.

    1. Gracias por tu comentario, Pablo. Sí, muchas vivencias de la banda con sus discos. Y que hayan vuelto después de tantos años, parece increíble aún a día de hoy, y con nuevo disco de estudio en el mercado, magnífico por cierto. Lo de la voz del Pitos, bueno, ya tienen (tenemos) una edad también, jeje, pero sigue transmitiendo garra y fuerza como siempre aunque falten algunos agudos de cuando tenía 20 o 30 años. Ahora cuando pase el confinamiento volverán a la carretera seguro, y quizás podamos ir juntos a algún concierto.
      Saludos

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