El coronavirus Covid-19 ha provocado que llevemos una semana de “encierro” o confinamiento, y tras analizar redes sociales, medios y mi entorno personal, os cuento mis reflexiones.

La “culpabilidad”

Normalmente, cuando nos ocurre algo en la vida (en la personal o en la general) tenemos la tendencia a buscar los “culpables”, o mejor dicho, los “responsables” de lo que está ocurriendo. Así, estos días, no dejamos de leer “acusaciones” por lo que está ocurriendo, así a modo de ejemplo:

  • El Gobierno actual (local, regional o nacional), que no está actuando correctamente.
  • Los Gobiernos actuales o anteriores, que se han cargado o se están cargando la Sanidad Pública.
  • El Gobierno Chino, que se le ha escapado el virus de un laboratorio de armas biológicas.
  • El Gobierno USA, que ha “soltado” el virus en China para tener el poder geopolítico.
  • Los medios de comunicación que de una u otra manera, dan cancha a estas u otras teorías.
  • “La gente” que no sigue el protocolo establecido por el Gobierno (más adelante más detalles de esto).
  • Los fabricantes de material sanitario, que intentan enriquecerse a costa de la crisis.
  • Los “troles” que en redes sociales se dedican a inventar informaciones que reafirmen estos u otros orígenes. Las famosas “fake news” o noticias falsas.
  • Un Dios o dioses (según la religión en cuestión) que nos ha enviado el coronavirus para castigarnos por tal o cual cosa que hemos hecho mal.

No podemos descartar que alguno o todos esos ejemplos y otros, sean en parte responsables de los enfermos y fallecidos provocados por el coronavirus. En realidad, en mi opinión, casi nadie tiene toda la información como para saber en qué medida estas cosas han influido en la situación actual.

Pero hay cosas que casi nadie dice, y que sí podemos afirmar que son en parte responsable de lo que está pasando:

  • El coronavirus en sí. Efectivamente, los virus en general son “seres vivos” que debido al azar van mutando y transformándose. De manera que ponen a prueba a los expertos para encontrar una forma de acabar con ellos.
  • El desconocimiento de la forma de actuación del propio virus. No sabemos cómo actúa, como se propaga, haciendo que sea muy difícil controlarlo y tomar decisiones hasta que no haya suficiente información para ello.

Pero resulta que estas dos cosas son azarosas, imprevisibles, no hay nadie que las haya creado. Y por tanto, no tenemos a quién “culpar” o responsabilizar y eso nos hace que no estemos tranquilos, porque como decía al principio, saber que hay un responsable nos da tranquilidad. Por una parte nos asusta pensar que no hay forma de controlarlo (lo veremos más adelante). Por otro lado, nos exime a nosotros mismos, a cada uno de nosotros, de responsabilidad. Y esto me lleva al siguiente punto.

El efecto “tercera persona”

Definido y denominado así por el psicólogo especialista en comunicación Davison en los años 80, trata de explicar cómo vemos la influencia que la propaganda puede tener en la gente. Y se concluye que las personas pensamos que eso influye a la gente, a los demás. Ni a mí, ni a los míos nos influye. Es decir, que influye a terceras personas, de ahí su nombre. Aunque Davison estudió inicialmente la influencia de los medios de comunicación, también se aplica a asuntos políticos, publicidad, y hoy en día tendríamos que ampliarlo a las redes sociales informáticas. Mi compañero y amigo Iván escribió hace unos días un interesante artículo sobre este efecto aplicado al coronavirus.

El efecto tercera persona se podría resumir en clave coloquial (es un tema mucho más complejo psicológicamente hablando) en que la mayoría de personas pensamos que somos diferentes a la mayoría de la gente, y que además, somos mejores que la masa. Y eso los pensamos casi todos, o sea…

Quiero decir con esto, que nuestra conducta también va a influir en lo que pase, para bien o para mal, en mayor o menor medida. No estoy hablando de “culpabilizarnos” a nosotros mismos, pero sí de entender que si actuamos bien será en beneficio de todos.

El miedo y/o la ansiedad

Aunque miedo y ansiedad son dos cosas bastante diferentes, las agrupo aquí porque son responsables de nuestras conductas (comportamiento) y cogniciones (pensamientos, interpretaciones, planificación, etc) en situaciones como esta. 

La mayoría de las personas estos días vivimos con miedo, miedo a enfermar por el coronavirus, bien nosotros, bien nuestros familiares y amigos, conocidos, etc. Este miedo junto con otros factores nos hacer actuar de manera:

  • A veces exagerada, como comprar muchísima comida y productos de limpieza, por miedo a quedarnos sin ella.
  • A veces entristeciéndonos, llorando o lamentándonos convencidos de que nos va a pasar algo. Bien a nuestro entorno cercano, bien en general (moriremos todos). Por miedo a que nos ocurra.
  • No voy a moverme de casa, por miedo a que me contamine.
  • Haciendo conductas obsesivas, como lavarse la mano muchísimas veces al día más de lo aconsejable, por miedo a contagiarme.

En otro grupo de personas, ocurre lo contrario, piensan que a ellos no les va a ocurrir nada (en parte por el efecto “tercera persona” y por otros efectos) y sus actos son totalmente opuestos:

  • No se lavan las manos ni mantienen la distancia de seguridad.
  • Buscan trucos para esquivar las medidas de confinamiento para poder salir a la calle más de lo necesario.
  • Convencidos de ello, no dudan en expresar a los demás que esto no es para tanto.

Resumiendo

Yo me quedo en casa

Considero que lo más adecuado para llevar bien esta crisis (y los muchos días que nos quedan aún), intentando evitar estos problemas mencionados podrían ser:

  • Aunque en la situación actual hay seguramente colectivos que tienen parte de responsabilidad en lo que está pasando, conviene entender que es un fenómeno natural. No hay necesidad de buscar cinco pies al gato, nos ha llegado en buena parte por la propia configuración de la Naturaleza y el azar.
  • Hacer caso a las autoridades, aunque también pueden equivocarse (entre otras cosas por la naturaleza desconocida del coronavirus); ellos saben más que nosotros y tenemos que hacerle caso. Ojo, hacer caso a las autoridades, no a lo que alguien nos ha dicho que alguien le dijo en un Whatsapp.
  • Pensar que nosotros mismos también estamos influenciados por lo que nos rodea y procurar no ser extremistas ni contribuir a difundir información que haga que las personas caigan en los errores mencionados anteriormente. Incluso, en la medida de lo posible, ayudar a otras personas que no están actuando así, no criticándolos ni insultándolos, sino explicándoselo tranquilamente.
  • Para controlar el miedo, cuando pensemos en la situación y en nuestro futuro inmediato, pensar en datos, en hechos fehacientes, no en intuiciones, o emociones. Así, cada situación personal de confinamiento, de salud médica, de zona donde vivamos, etc. tiene una probabilidad distinta de contagiarnos. Y si nos contagiásemos, aún la probabilidad de fallecer es muy pequeña para la mayoría de personas, pero existe un riesgo. Así que no se recomienda ni exagerar el riesgo mayor de lo que es, ni tampoco menor de lo que es. Y lo que nos dicen los datos es que cumpliendo las consignas, la probabilidad de fallecimiento es muy muy pequeña.
  • Comprender que hay que actuar por responsabilidad, porque somos un granito de arena más en la cadena de distribución del coronavirus, si no respetamos las medidas. Hay que quedarse en casa, lavarse las manos cada vez que salgamos o contactemos con alguien, procurar no tocarnos la cara, etc. Pero no por miedo, sino por responsabilidad. Y así, cuando salgamos de esta, que será más pronto que tarde, podamos decir con orgullo que cada uno de nosotros contribuimos (incluso las personas normales que no somos héroes como los que están en primera línea), aunque sea en una mínima parte a que esto terminara.

Evidentemente, todo lo anterior se refiere a personas normales, que por suerte somos la mayoría. No me refiero a personas que estén en primera línea, ni a personas que sean grupo de riesgo, o quienes hayan tenido un fallecido o enfermo grave cerca, etc. Porque aunque a ellos también les afecta lo indicado anteriormente, su situación es sensiblemente distinta.

¿Qué te ha parecido? ¿No estás de acuerdo con alguna de estas reflexiones? ¿Te has sentido identificado/a? Cuéntamelo en los comentarios.

2 comentarios en “Coronavirus: mis reflexiones

  1. De todas las muchas ideas estupendas y certeras objetivamente expuestas en el artículo, quiero empezar resaltando lo que implica la frase “Pero no por miedo, sino por responsabilidad.” Algo tan intangible como el sentimiento de que formamos parte de un colectivo y de que nuestras acciones individuales “repercuten en todo el cuerpo” no se adquiere en dos días, aunque también es verdad que un peligro grave y universal como éste ayuda a que surja, pero no en todos. Este sentimiento se adquiere desde pequeño, en el núcleo familiar y en las escuelas, pero esa asignatura no existe, al menos de forma tan explícita como la dichosa religión.
    Si no caigo en esta guerra, estoy ansioso por ver si, cuando pase toda la refriega “más pronto que tarde”, uno de los efectos colaterales es la percepción colectiva (nos metemos todos) de que el sentimiento de “pertenencia al conjunto” ha crecido. Sería algo que celebrar.
    Enhorabuena por el artículo.

    1. Gracias Sr. Repoblador
      Lo de la responsabilidad es cierto que no todo el mundo la tiene… quizás una de las cosas buenas que podamos sacar de esta crisis, sea eso, que aumente, aunque siempre habrá quien no sea responsable. Ya se sabe que esto no se puede medir, pero creo que es justo decir que la inmensa mayoría lo está/estamos siendo, lo que creo que pasa es que los que no respetan son más ruidosos.
      Salud

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