La noche anterior tuvimos que tomar una decisión: dedicar parte de la mañana a ver Esparta y saltarnos uno de los destinos previstos o al contrario porque no hay tiempo para todo. Decidimos no quedarnos en Esparta y salir hacia Pylos. El camino es bastante largo por carretera de montaña hasta Kalamata, luego tras unos kilómetros llaneando, de nuevo curvas y pendientes, hacen un total de mas de 200 km. Pylos está en la costa oeste del Peloponeso, en una especie de bahía que se puede fotografiar desde un mirador en la bajada hacia el pueblo. A unos 14 km. está el Palacio de Néstor (bastante mal indicado, por cierto) y el navegador del coche nos da un montón de vueltas por un tramo modificado. Quedan pocos restos, solo la planta, aunque da una idea bastante aproximada de como era; para preservarlos se ha instalado una estructura metálica por encima. También hay un museo con restos encontrados en el Palacio. Hasta nuestro siguiente destino, Bassai, nos quedan otros 130 km, pero ahora llueve y el GPS nos ha mandado por una ruta muy estrecha y sinuosa. Mi conclusión es que perfectamente nos podíamos haber saltado Pylos, hubiéramos ahorrado unos 200 km. y aunque el Palacio está bien, la dificultad del camino hace que no merezca la pena; ademas podríamos haber visto Esparta. Quizás en verano, si se aprovecha que Pylos está en la costa para darse un chapuzón sí, pero no en Noviembre.
El templo de Bassai sí nos merece la pena, aunque está lloviendo y hace un viento helado a los 1.000 metros de altitud donde se encuentra. Está cubierto con una carpa enorme para preservarlo, ya que es el mejor conservado de toda Grecia: están todas las columnas y parte del interior del Templo. Parece que la restauración se lleva a cabo por partes, en cada una de las cuales han quitado las columnas, y mientras la restauran, consolidan los cimientos para colocarlas posteriormente. Según parece, sin embargo, la estabilidad de la construcción deja mucho que desear. Resulta increíble que hoy con los medios que se disponen no sean capaces de igualar la construcción de hace un montón de siglos… Salimos para Olimpia donde hacemos noche, el camino es menos montañoso lo que se agradece después del día que hemos tenido. En cuanto al paisaje, toda la ruta del Peloponeso nos recuerda a Andalucía, muy variado: las zonas de montaña, los bosques, viñedos, olivares (en la foto de Pylos se ven agricultores vareando los olivos al fondo) y cítricos. También la gente, siempre dispuesta a colaborar si preguntas, atenta, dicharachera. Muy familiar todo.