Hoy nos toca patear la ciudad, salimos temprano hacia el monte Licabito, hay una carretera que serpentea hasta la cumbre para hacer la subida mas suave, nos han dicho que hay un funicular para subir hasta arriba pero no lo vemos, preguntamos y nos dicen que ya estamos muy cerca, así que continuamos a pie hasta arriba. Se llaga a una explanada donde hay un teatro reciente hecho de metal donde se celebran festivales en verano, ahora esta cerrado; desde aquí se coge a la derecha en unas escalinatas/rampas para subir hasta arriba. Al estar a mayor altura que el Acrópolis y por su estrecho diámetro en la cima, las vistas son espectaculares de toda la ciudad en todas las direcciones. Descendiendo vemos el funicular, pero se ve que no funciona en esta época del año así que bajamos a patitas también, lo hacemos por el otro extremo atravesando una zona residencial un poco alejada de las rutas para turistas, la mayoría son edificios de cuatro plantas. Se ve que está un poco descuidado: aceras sucias, solares vacíos sin mantener, restos de carteles publicitarios en paredes y contenedores de basura, etc. Es lo que tiene salirse del circuito turístico, donde en general todo está bastante limpio y bien cuidado, como las estaciones del metro y los propios trenes que tomamos para ir a Monastiraki, el barrio de tiendas y restaurantes de la ciudad donde damos un paseo para palpar el ambiente auténtico de la ciudad. Hay puestos de frutas y todo tipo de comercios: joyerías, ropa, bisutería, pastelerías y, por supuesto, tiendas de souvenirs. En un extremo están los restaurantes con terrazas al aire libre donde luego almorzaremos, pero antes entramos desde allí mismo en el Ágora Antigua. El Ancient Agora es el centro de actividad de los ciudadanos de la Atenas clásica, ocupa una extensión muy grande de la que quedan muchos restos, lo mas interesante el templo de Hephaistos bastante bien conservado, el Museo del Agora y una pequeña Iglesia bizantina (de las muchas que hay en Atenas a la que se puede acceder y ver los restos de pinturas de paredes y techo), salimos por la misma entrada para comer.
Tras la comida decidimos hacer las compras de recuerdos para llevarnos a casa, parece que estamos en un zoco árabe, en cada puerta una tienda donde los comerciantes están en la puerta para invitar a los clientes a entrar. Donde compramos la vendedora asegura que nos esta haciendo un buen descuento, pero en estos sitios siempre se va uno con la sensación de que lo han engañado. Con las manos llenas y los bolsillos vacíos cogemos el metro rumbo al Museo Arqueológico Nacional, pero resulta que hay un tramo de la linea cortado por obras con lo que tenemos que dar un rodeo por otras líneas del metro para entrar por el otro lado, aunque al final tampoco hay manera, nos bajamos en una anterior y seguimos andando. Pero cuando llegamos, el Museo esta cerrado. Mal rollo, pero como digo siempre en estos casos, ya tenemos un motivo para volver a Atenas en otra ocasión.
Tras descansar en el Hotel, nos vamos otra vea a Monastiraki para la cena y dar una vuelta. Hay dos zonas bien diferenciadas de restaurantes en el barrio, una de comida tradicional griega y otra de kebabs, evidente influencia de la cercana Turquía. Algunas curiosidades de los restaurantes: nada mas sentarte te ponen vasos de agua; el ticket con la cuenta te lo ponen nada mas pedir la comanda junto con la bebida, esta noche lo colocaron debajo del mantel, al mediodía arrugado en un vaso de chupito (foto). El barrio que esta justo al lado es Plaka que habíamos visitado la noche anterior, zona de bares de copas y marcha nocturna ateniense.
Nos ha gustado bastante Atenas en general, tiene amplias zonas verdes en el centro que ejercen de pulmón de la ciudad, la división en zonas de diferentes actividades y las comunicaciones vía Metro y Bus la hacen muy interesante. El barrio de Monastiraki es el que mas nos ha gustado por su ambiente y por dar un sello único y distintivo a la ciudad. Enviado desde mi iPad